viernes, 7 de octubre de 2011

Sombras ::: Ángel Utrillas Novella

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El casero siempre llama dos veces


Séptima sombra: El polizón

Y sin embargo yo no había olvidado nada, tengo muy buena memoria y recuerdo lo sucedido a la perfección aunque aconteciera en mi otra vida.

No puedo soportar ver a este imbécil con Cora, no puedo ver a mi dueña en brazos de un asesino aunque la haya liberado de alguien a quien ella nunca quiso. Tampoco creo que ame a Fran, no, estoy seguro, no es amor, es simplemente sexo o necesidad de percibir más dinero.

No pude declarar en el juicio, claro es normal, ¿cómo iban a permitirme hacerlo? A mí, a un pobre diablo. Fui el único testigo de lo sucedido pero siempre tendría que permanecer callado, siempre debería vivir con el secreto mordiéndome las entrañas.

No, no podría confesar jamás y sin embargo, también yo había tomado una decisión. Cora será mía o de nadie, no permitiré que siga conviviendo con un asesino.

Y así un buen día llegó mi oportunidad, llegó el momento propicio, iban a realizar juntos los dos un trayecto en coche hasta un pueblo vecino para hacer unas compras y yo, me colé como hacía casi siempre. Fran conducía, siempre era el quien conducía, yo abandoné mi escondite, dejé de ser polizón para ser pasajero y mimoso, rocé el tibio hombro de Cora.

_ Hola amigo- dijo abrazándome, sorprendida de verme pero contenta de mi aparición-, has decidido acompañarnos, bien, así será más interesante.

_ No veo yo el interés-, dijo Fran que jamás se alegraba de verme y fijó sus ojos en los míos mientras me chillaba-, ¡al contrario, eres un auténtico estorbo!

No pude contenerme, no pude aguardar más, ¡tranquila Cora yo te libraré de este imbécil!, pensé mientras sucumbiendo a mi impulso me abalanzaba sobre él.

Arañé su rostro con todas mis fuerzas, clavé mis uñas en sus ojos, mordí sus manos para obligarle a soltar el volante. Sus alaridos de dolor superaron en decibelios los gritos de sorpresa de Cora y se elevaron incluso por encima de mis gruñidos de desesperación.

El volantazo desesperado de Fran nos sacó de la carretera, el muy imbécil en vez de girar a su izquierda lo hizo a la derecha, hacia el lado de Cora y, esa absurda maniobra suya nos precipitó por el barranco, seguro que lo hizo adrede, para que el peor golpe se lo llevara Cora, para salvar su asqueroso culo.

Finalmente Cora no sería mía, no sería de nadie. Fran sobrevivió, ya saben, mala hierba…

Cora murió en el acto, al menos sé que no sufrió y también que no comprendió lo que pasaba.

Yo salí despedido en la primera vuelta de campana, me golpeé contra las rocas, creo que morí al instante porque no recuerdo haber sufrido.

Fran tardó mucho tiempo en recuperarse de sus heridas y cuando por fin salió del hospital se llevó la sorpresa de su vida. ¡Qué satisfacción experimenté al ver su cara! No pude contener la risa cuando la policía lo detuvo acusándole de provocar el accidente para asesinar a Cora.

Lo declararon culpable, qué curiosa la justicia de los hombres, cuando era culpable lo liberaron y, ahora, inocente, no obstante, encarcelado. Lo tenía merecido y Cora, aunque me apena su muerte, también merecía un castigo, si hubiera existido un onceavo mandamiento ellos también lo hubieran incumplido.

Ahora es tarde para arrepentimientos. Las sombras han cubierto el escenario, ya no hay viceversa, es muy tarde ya.


Continuará.




Autor: Ángel Utrillas Novella
Tema: Sombras
Título: "El casero siempre llama dos veces (VII)"
Técnica: Relato

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6 comentarios:

Gerardo Martín Pujante dijo...

Giro inesperado y mortal. Adiós a Cora. El polizón protagonista. Juez inapelable, que se toma la justicia por su mano. ¿De verdad las personas tienen derecho a decidir "o mía o de nadie"?. Rara y macabra manera de querer...

La profecía del silencio dijo...

Cierto Gerardo has puesto el dedo donde duele. Esa frase de "O serás mi@ o de nadie" es demasiado habitual ya, no es una forma macabra de querer es afán desmesurado por poseer. Has llegado a la conclusión del relato antes de leer el último fragmento, ¿dónde está la justicia? ¿Quién puede y debe administrarla? ¿Por qué la justicia, casi siempe, es injusta y equivocada?
No te pierdas el final.

Elena dijo...

Ufff... y luego me dices que no le busque tres pies al gato? pues está la cosa bastante complicada!! ah! y eso de mío o de nadie... eso le digo yo a los pasteles... y no se me resisten!

ángel Utrillas dijo...

Elena yo no te digo que no le busques tres pies al gato, al contrario, en este relato hay que buscárselos.
Ahora ya todo ha sucedido, Nick y Cora han muerto, Fran está en la cárcel, no valen arrepentimientos, ya no hay viceversa, sólo quedan sombras, sólo falta acarrear con las consecuencias.

Elena Laguno dijo...

Hola Ángel! Vaya, vaya, con el séptimo capítulo.No me imaginaba que esto iba a suceder así. Me encanta como va la historia. No sé cuán sorprendente será el octavo capítulo, pero seguro que me gustará tanto o más que los anteriores.
Saludos, Elena Laguno

Ángel Utrillas dijo...

Elena, bueno el próximo pronto estará listo y con él se terminará el relato, espero que también te guste y que consiga arrancarte una sonrisa uqe es lo que pretendía.
Ya lo comentaremos cuando lo leas a ver que te parece al completo.