jueves, 10 de mayo de 2012

A day with you ::: Ángel Utrillas Novella

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    Cuando nací era apenas una mota de polvo en la inmensidad del universo, un copo de nieve desvalido y frío. Fui creciendo, a lo largo de los años he ido incrementando mi tamaño, mi fuerza, mi poder...
    Ahora cercano ya mi ocaso viajo sin rumbo, hacia donde las caprichosas corrientes quieran llevarme. Estoy cansado para resistirme al destino inexorable, son ya miles de años de gélida existencia. Me restan apenas unas semanas de vida y sin embargo siento que todavía tengo un objetivo, una misión por cumplir que me ha sido asignada contra mi voluntad y será mi eterno castigo.
    El sol tímido de esta fría primavera calienta y deteriora mi espalda, de tal forma que deja de serlo. Un pedazo de mi piel sufre una herida, se rasga mi cuerpo, se abre la brecha y acaba por producirse la amputación. Es entonces cuando, mutilado, pierdo el equilibrio, me desestabilizo y vuelco... y ruedo... y me deslizo en espiral sobre mi mismo hasta que, por fin, encuentro una posición cómoda y vuelvo a estabilizarme, a equilibrarme y mi reverso es ahora mi anverso y, continúo viajando con nuevo diseño e imprevisible disfraz.
    Las noches son más calmadas, el sol se esconde, la temperatura baja hasta límites de congelación, recupero fuerzas me aferro a la existencia con garras de hielo y sigo dejándome llevar, patinando a la tenue luz de las estrellas.
    Qué noche tan oscura, qué silencio tan atroz, qué frió tan yerto y qué siniestra profecía rodando por mis laderas. No hay luna, el océano está en absoluta quietud; sin olas donde mecer mi sueño, me desvelo. Un Titán de hierro se acerca desafiando mis gélidas fronteras y yo nada puedo hacer, soy una vetusta montaña helada carente de movimiento voluntario, condenada a desaparecer en unas semanas, a desvanecerme, evaporándose mi caparazón todavía invencible.
    Rugen mis hielos, cruje mi esqueleto como si tratara de alertar a los guerreros que me desafían. Sé que no pueden ganar, sé que van a perder, a morir, a hundirse en la nada líquida, fría y oscura.
    Está muy cerca el gigante de acero, de su cuerpo casi tan gélido como el mío se desprende una música alegre, con aspiraciones de tonadilla celestial. A day with you, interpreta la orquesta. Puedo diferenciar el lánguido roce de las cerdas en las cuerdas del violín. Cierro los ojos para disfrutar todas y cada una de las notas de esa orquesta.
    _ ¡Iceberg adelante, es enorme!- exclama la voz de Frederick Fleet al tiempo que suena una campana, tres tintineos urgentes con ausencia de alegría.
    _ Todo a babor, paren las máquinas- grita Murdoch viéndome demasiado cerca, demasiado grande, demasiado... tarde.
    La orquesta no se ha enterado de la alarma, sigue sonando a day with you. Un día contigo, me gustaría tener todo un día para disfrutar tu presencia majestuosa, tu tecnológica belleza, tu música magistral, sin embargo solo disponemos de 500 metros, de 35 segundos, tras esos breves momentos todo cambiará, nuestro encuentro, nuestro fugaz contacto, nuestro mortal beso de mármol, cambiará toda una forma de pensar, cerrará una época y mi desaparición inexorable será tu fama eterna.
    Te acercas, intentas esquivarme, evitar lo inevitable. Golpeas la parte de mi cuerpo que mantengo sumergida en el agua, me arrancas fragmentos que ya no siento míos, rugen tus aceros con mi contacto y te estremeces, no de amor sino de miedo.
    _ Todo a estribor- ordena el oficial en desesperado intento de alejar las hélices de mi tacto. El golpe ha hecho desafinar al chelo y también se ha tambaleado el violinista, a day whit you deja de sonar mientras te alejas para siempre de mi gélido aliento. La suerte está echada, ambos moriremos aunque tú vivirás por siempre en la profundidad del recuerdo. Yo desapareceré, es mi destino, aunque por unas horas más, allá, a lo lejos, en el negro horizonte de la noche sin luna, oigo a la orquesta tocar músicas alegres mientras me derrito. No vuelve a sonar a day with you, se difuminan las notas hacia songe dautum y definitivamente a nearer my god to thee y después... tus luces se apagan, gritos de pánico hacen olvidar a los instrumentos de la orquesta. Crujen mis hielos, rechinan mis nieves desapareciendo en lágrimas a destiempo, telón negro en un escenario plagado de cadáveres.
Un día contigo, apenas un leve roce, un simple beso y la orquesta interpretando nuestra canción para toda la eternidad. Conocerte me ha recompensado los milenios de sufrimiento, ha merecido la pena una vida tan larga, fría y solitaria.
    Siento haberme cruzado en tu camino, quise avisarte, intenté apartarme, quise darte una tregua para amarte, pero el destino ha querido que vivamos eternas leyendas separadas.



Autor: Ángel Utrillas Novella
Tema: A day with you
Técnica: Texto


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7 comentarios:

Gerardo Martín Pujante dijo...

Me encanta el enfoque que has elegido para contar esta historia de triste final, tan intensa como inesperada.

Ver el otro lado, su punto de vista enriquece el momento y nos da una dimensión diferente. Muy acertado mostrarnos ese gélido mirar.

Me está gustando mucho El último secreto del Titanic, seguiré sumergido en sus aguas con todo el placer del mundo.

Un abrazo
Gerardo

Ángel Utrillas dijo...

Gracias Gerardo, desde que empecé a escribir la novela me pregunté ¿y qué pasa con el iceberg? Un documental que vi en el proceso de documentación sobre la formación de las montañas heladas me dio la idea de escribir algo en primera persona, siendo yo el iceberg, y con el tema del Colectivo, además, vi posibilidad de darle un toque romántico, en el fondo el iceberg amaba al Titanic y solo quería un leve contacto, un roce, a day with you. Una pena que el ordenador me haya corregido y cambiado with, por whit en cuatro ocasiones. Un abrazo amigo y ya me dirás que tal el final de la novela.

Elena dijo...

Todo en la vida, depende de la manera de como se mire.

Muy bueno Ángel!!

Anónimo dijo...

tus palabras emocionan y consiguen transportarnos a un pedacito de historia... enhorabuena por tu obra!!

besotes

Sonia

Ángel Utrillas dijo...

Gracias Elena y Sonia. El pobre iceberg seguro que también tenía su corazoncito. Yo desde que estoy metido en el rollo titánico lo comparo a una avispa, pica pero se condena a morir, a derretirse y desaparecer.

Elena Laguno dijo...

Hola Ángel! Qué maravilla de trabajo! Me ha gustado muchísimo. Sobre todo la ritmicidad de los acontecimientos: al principio lento al compás de la música y en cuanto choca con el iceberg, todo sigue con un ritmo más acelerado en la lectura. Y al final , vuelve a enlentecerse.Independientemente de que seas mi escritor favorito, objetivamente me ha encantado tu trabajo y la originalidad del texto(visto desde el iceberg).

Sólo quería puntualizarte en el comentario que has hecho de la avispa, y es que la avispa no muere tras picar pero sí lo hace la abeja.

Bueno Ángel, me despido hasta el próximo trabajo.

Un saludo, Elena Laguno

Ángel Utrillas dijo...

Gracias Elena por tu comentario y también por la aclaración de la abeja y la avispa.
Como ves me gusta ver las cosas desde el otro lado, en sombras fui un gato ahora un iceberg, a ver que toca la próxima vez. Un beso.