martes, 29 de septiembre de 2009

Agua ::: Ángel Utrillas Novella

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Agua.

Agua vertida.

Agua derramada por la ira, impulsada por su deseo de venganza o mejor aún, de justicia. Vaso de cristal que impulsado por su indignación desciende hasta el suelo de la maldad y estalla en mil cristales diminutos.

Agua formando amalgamas con vidrios en un charco transparente. El estallido del vaso ha conseguido por un instante atenuar los gritos, sin embargo ahora, disipada la sorpresa, atenuado en el tiempo el eco de la explosión, se reanudan las voces y se elevan con mayor violencia.

Agua.

Agua vertida.

Agua salada derramada por sus lagrimales. Lágrimas que ruedan recorriendo sus mejillas junto a hilitos frágiles de sangre y no logran encontrar vestigios de pena ni consiguen apagar la tormenta ni poner fin al infierno.

Ha sido ella, ha sido su mano temblorosa la que ha lanzado el vaso contra el suelo, y lo ha tirado al suelo por no estrellarlo contra la cabeza del monstruo, pero tras la sorpresa inicial, el gesto no ha conseguido más que redoblar el enojo de su marido, estimular su descontrolada furia.

¡Qué oscuridad tan densa y cruel se cierne sobre su noche! ¡Qué truenos tan horrendos se cierran sobre su vida! Y ella, una vez más indefensa, sabe que por muchas lágrimas que derrame, por mucho que su desesperación y su miedo la obliguen a cerrar sus ojos y tapar sus oídos, por mucho que sus brazos traten de amortiguar los golpes, es imposible, las manos de ese hombre transformado en fiera impactan una y otra vez en su rostro, en su pecho, en su alma, golpes inevitables que casi ya ni duelen y que caen sobre ella como agua, gotas de lluvia de un aguacero persistente, cobarde e insoportable.

Agua.

Agua vertida.

Agua derramada, gota última que con su sola presencia desborda el vaso de la paciencia. Recoge los cristales del suelo junto con los fragmentos de su derrota, y sin embargo no se siente vencida, por el contrario, percibe que ha ganado. Para los vecinos ha sido tan sólo una escaramuza más, lo mismo de casi todas las noches, agua que no has de beber; para él un accidente más, daños colaterales de un halo luminiscente producido por exceso de alcohol en sangre, agua que calma la sed inherente a la resaca; para los periódicos un caso más que engrosará las estadísticas de malos tratos, otro titular de violencia doméstica, agua corriente que circula habitualmente por las tuberías; para ella ha sido la última vez, agua bendita para signarse y asperjar, bautismo de un nuevo comienzo, de preguntarse ¿qué será de mí si me marcho? Ha pasado a preguntarse ¿qué será de mí si me quedo?

El portazo no ha conseguido despertar a la bestia, el alcohol ahora ejerce de somnífero, hasta mañana no sabrá que se ha ido, no sabrá que ya no lo aguanta, no sabrá que ya no lo quiere. El eco del portazo se arrastra perezoso por la escalera y es la última reverberación acústica de esta tormenta, desde hoy su río fluirá hacia otros mares.

Libertad por fin derramada.

Vida vertida.

Agua.


Autor: Ángel Utrillas Novella
Tema: Agua
Técnica: Texto
Realización: Septiembre 2009

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5 comentarios:

Gerardo Martín Pujante dijo...

Gracias Ángel por regalarnos un texto tan hermoso como impactante. Realmente has logrado transmitir el miedo, la locura de la vorágine del alcohol y el abuso de la fuerza. Una escena que aunque dramáticamente cotidiana siempre aterrará.

Brillante Ángel.

Elen dijo...

Es fantástico,no sé como explicar desde mi ignorancia,lo que me ha impactado.

Elen

Anónimo dijo...

Angel, no me esperaba yo un escrito así, tan rotundo, con mensaje muy claro.
Me ha llegado.
Una indiscreción... cuando una persona escribe unas palabras, el contenido, aún sin quererlo, es como si uno mismo dejara una pequeña parte de su esencia.
¿Te asusta el enamorarte??
Bueno, no me hagas caso, son tonterías mías. jejejeje
Abrazos. Charo

Ángel Utrillas dijo...

Gracias a todos, con comentarios así apetece ponerse a escribir.
Gracias Gerardo, tú eres brillante.
Gracias Elena, me gusta que te impacte como para dejarte sin palabras pero ¿ignorancia? No, no lo creo.
Gracias Charo, encantado de haberte llegado y ja,ja,ja no me asusta enamorarme, tienes razón, al escribir como al pintar, esculpir etc. dejas parte de ti en la obra. En este caso yo cuento, exagerando, la situación de alguien, y le pongo mi final, el que yo le deseo, la rabia de tirar el vaso al suelo y salir en pos de la libertad, desgraciadamente (es mi punto de vista) la realidad es otra. Por eso escribo, para poner mi final feliz en la historia y soñar que todo sale bien.
Gracias a todos.

Anónimo dijo...

EL TEMA DE AGUA ME HA FASCINADO, UNA LECTURA ÁGIL Y MÓVIL TAL Y COMO EL AGUA SE MUEVE.

SALUDOS, ELENA LAGUNO